lunes, abril 23, 2007

DOMINGUEROS EN SUECIA

Hoy me ha dado por escribir, así que dos post para el blog (no dejéis de leer el siguiente que es lo último que hay sobre Kiruna).

¿Qué hace un grupo de estudiantes un domingo cualquiera por la tarde en Linköping después de una noche de fiesta en Ryd Allé? Pues la verdad que aparte de dormir, cosa altamente necesaria, también aburrirse. Con todo y con eso estaba a punto de poner en mi nick del msn que me aburría como una ostra en mi habitación cuando me avisó Borja que Tito tenía un coche alquilado hasta el lunes por la mañana. Así que había que emplearlo. Destino: en busca del Mar Báltico. En principio parecía que el trayecto no sería demasiado largo. Según una vista al Google Maps el Mar Báltico está ya en Norrköping, a unos 30 minutos de aquí. Sin embargo al llegar hasta allí nos dimos cuenta que la tarde iba a ser larga: comenzamos a discurrir por carreteras secundarias en medio del "countryside" y de bosques y vegetación para adentrarnos lejos lejos lejos.

Cinco ocupantes del coche: Tito, Borja, Ana, Martina y yo. Después de tantos meses aquí en Suecia todavía hay cosas que me impresionan. Y una de ellas es el maravilloso paisaje de este país. Hemos disfrutado nuevamente de bosques, lagos, islas, casas perdidas en el campo e incluso renos (o alces, que todavía no sabemos muy bien lo que vimos). Otro lujo para los sentidos.

La primera parada fue en un embarcadero cerca de un sitio llamado St Anna. Allí un amable lugareño nos ayudó a orientarnos con el mapa, tras lo cual nos vimos en la obligación moral de comprar algo en su tienda: unas patatitas y chocolate para el camino. Tras ello conseguimos llegar a St Anna, pero decidimos que había que seguir avanzando hasta el final del camino. Y allí llegamos: una boca de mar que se adentraba enmedio del bosque y donde había unas barcas amarradas. Una de ellas, provista de remos, sirvió para que Tito, Borja y Martina se dieran un paseo. A continuación llegaron las fotos de rigor, fotos artísticas otra vez by Tito tratando de captar todo lo bonito del lugar.

La última parada del camino fue casual. Ya en el coche vimos pasar a nuestro lado a un alce. Inmediatamente todos abajo y a correr en medio del bosque en su busca, pero ya lo perdimos de vista. Sin embargo, unos kilómetros más adelante vimos otro (esta vez creo que reno) que al principio llegamos a confundir con un caballo. Y esto no es todo. Después fueron 4 los renos que vimos a lo lejos. Intentamos acercarnos sigilosamente, pero los animales tienen su instinto y desaparecieron bosque adentro.

En fin, una preciosa tarde de domingo recorriendo lugares recónditos de este país.

Aquí os dejo las fotos: